Una comedia macabra
Era un sábado acababa de cocinar unos
tallarines a la bolognesa mezclando recetas de tres generaciones y me dispuse a
sentarme frente a la pantalla de la computadora, mientras hilvanaba cada
bocanada de los spaghettis humeantes.
En eso vi la publicación de un amigo en común que ahora estaba actuando (antes
sólo grababa comerciales de galletas). Me llamó la atención el tema y el lugar.
Era terror o al menos eso parecía y era en el museo que fue desvalijado por la
anterior administración edil. Pensé que estaba abandonado, que habían tomado el
espacio como tal y que habían hecho un espectáculo de recorrido.
Cabe resaltar que era la última
función. Pero llegando al dichoso museo, vi que la entrada principal del museo (la
que da para 28 de Julio por donde se entraba antes del saqueo de la anterior
gestión edil) estaba cerrada. Seguí avanzando en búsqueda de vida artística por
los alrededores y vi que la entrada al espectáculo era por la puerta del
auditorio. Corrí raudo ya que no quería quedarme sin entrar y avizoraba una
gran cola.
Una vez en ella me di con la sorpresa de que no era lo que yo ansiosamente
había imaginado. Era uno de estos espectáculos de microteatro que están de moda
por estos tiempos en Lima (Agosto 2015). Una moda copiada de España vale decir.
Ya estaba ahí, tenía que entrar, así que decidí ver la cartelera y me di cuenta
que junto a la obra que me había convocado al recinto, había 7 más. Hurgue en
la lista de los participantes: nombres de actores, directores, dramaturgos,
etc; y me atrajo en demasía el título: "Una comedia macabra".
Ver una comedia en una temática de
terror, me pareció atractivo. Y le sumo puntos a mi decisión. Además que estaba
dirigida por Sandro Ventura, un connotado director de cine moderno. No tenía
pierde. Me acerque a la boletería y compre mi boleto. Espere 20 minutos para
entrar (más de lo que duraba la puesta en escena vale decir).
Nos pusieron en una fila india en el atrio del auditorio que estaba
completamente a oscuras y nos metieron a una carpa negra, donde encontramos en
vez de asientos unos baldes de aceite volteados con unos cojines redondos como
asientos.
Aquí me quiero detener un momentito y dar mi opinión como espectador: " me
parece genial la propuesta arriesgada y provocadora. Pero creo que ese riesgo y
provocación debe estar en la puesta en escena, sin afectar el campo visual del
espectador. Digo esto, porque tuve que pararme de mi asiento ya que estábamos a
un mismo nivel y lo único que alcanzaba a ver era las espaldas de los otros
espectadores que se habían sentado delante de mí. Tuve suerte de que no me
obligaron a sentarme y pude ver todo el espectáculo de pie (no es una queja, me
hubiera gustado ver más gente parada, porque los que se sentaron detrás de mi
estoy seguro de que no llegaron a ver el escenario con claridad).
La primera crítica es para el director que creyó que como en el cine contamos
con una pantalla de 5x9 metros como mínimo y que se encuentra por encima de
nuestro campo visual, podemos ver lo que se proyecta desde cualquier ubicación.
Aquí no paso eso y la preocupación principal de un director de teatro debe ser
que el espectador se sienta cómodo y pueda apreciar en todo momento cada
detalle del montaje. Más aún si actualmente contamos con tantas distracciones
(smartphones) que hacen que el espectador pierda la atención de lo que está
pasando en escena. Imagínense que sumemos a eso que no podamos ver y que
encima no tengamos los cojones de pararnos. Estamos hablando de los 15 minutos
peor pagados de la historia del teatro moderno.
Habiendo superado dicho obstáculo la puesta en escena estaba a punto de
empezar. Una voz nos indicó que debíamos apagar celulares y pude ver en el
fondo de la carpa una esbozo de dormitorio (una cama, mesita de noche y una
lámpara en el fondo terminaron siendo la composición escenográfica de una
comedia macabra).
Empezó el show vemos a 2 amigas hablando en el dormitorio (Natalia Salas y Alicia
Mercado). El tema sobre el cual disertaban era el novio del personaje de Natalia
Bringas.
La novia atormentada (Alicia Mercado) necesitaba con urgencia saber si su novio
le era infiel.
Aquí me quiero detener un poquito una vez más. El motor o el inició de un
espectáculo teatral no puede ser la búsqueda de un tercero que jamás aparecerá
en la obra y del cual no sabremos absolutamente nada. Salvo que es infiel con
la supuesta amiga (Natalia Salas). Para esto ya Beckett nos dejó el maravilloso
"Esperando a Godot".
Mientras los cortos 15 minutos de show transcurrían, mi mente intentaba
justificar porque estábamos en una carpa. Pensé que las chicas estaban de
campamento y eso hubiera sido un riesgo macanudo y totalmente justificado. Pero
NO, la convención indicaba que era el dormitorio real de la protagonista:
Alicia Mercado.
En eso de súbito el personaje de Natalia Salas da una palmada y su compañera se
queda en mutis, como el juego de los encantados. Natalia nos habla frontal e
intenta ponernos de su lado, con bromas forzadas y asumiendo un rol bastante
estereotipado de la amiga hueca divertida. Una vez terminado dicho intento
vuelve a dar la palmada y por arte de magia su compañera de escena vuelve a formar
parte del montaje.
Cabe decir que dicho recurso se utiliza en ejercicios demasiados básicos de
actuación. No dignos de una puesta en escena " profesional”. Cabe acotar brevemente que el trabajo de
proyección vocal de Alicia Mercado fue totalmente inútil durante toda la
puesta.
Volviendo a la majestuosa trama.
En vez de la aparición del novio para que resuelva el intríngulis generado por
su desbordada capacidad amatoria. Vemos la aparición de un tercer personaje que
es un remedo mal hecho de una hechicera Vudú.
Sin presencia vocal ni escénica este personaje salido única y exclusivamente de
la mente de nuestro novel y esperemos desertor dramaturgo, llega al cuarto a
realizar supuestamente un trabajo de aniquilamiento por medio del pinchazo de
muñequitos de trapo.
Una vez ocurrido esto, mis oídos dejaron de escuchar los diálogos con atención,
ya que teníamos de fondo un concierto folklórico que se filtraba
escandalosamente en la sala.
Otro punto donde Sandro Venturo y la producción de Relatos Siniestros 2, queda
como amateur. Es harto sabido que en el parque de la exposición siempre hay
eventualidades de este tipo. Consecuencia de ello es que los montajes que se
realizan en el ENSAD (Escuela Superior de Arte Dramático) que se encuentra
dentro del Parque de la Exposición se realizan de lunes a jueves para evitar
tener de fondo durante su temporada algún concierto inesperado.
Finalmente, lo rescatable para no seguir destruyendo el emprendimiento
cultural de Bing Bang Films, fue ver durante 15 minutos a Natalia Salas a
menos de 3 metros de distancia sin que te denuncie por acoso.
SALAMANDRO